Los alimentos fermentados facilitan la digestión y absorción de nutrientes, eliminando o reduciendo antinutrientes (ácido fítico, inhibidores de amilasas y proteasas), y crean enzimas digestivas que ayudan a la digestión.
La fermentación y germinación facilitan la digestión y aportan beneficios que no se obtenienen por métodos de cocción. Restauran y conservan la flora intestinal e impiden la reproducción de microorganismos patógenos y acumulación de toxinas.
