Para que un tratamiento sea efectivo, es fundamental conocer las características y el tipo de piel (seca, grasa o mixta), dado que la reacción a cada una de las mascarillas puede ser diferente.
Una mascarilla facial hidrata, elimina las células muertas de la piel y atenúa las líneas de expresión.
Factores que afectan a la piel
Existen muchos factores internos y externos que pueden influir negativamente en el aspecto de la piel. Entre ellos se pueden destacar los siguientes:
- Alcoholismo.
- Tabaquismo.
- Mala nutrición.
- Hidratación pobre.
- Exposición excesiva a la radiación solar.
- Uso excesivo de sustancias químicas como productos de maquillaje, entre otros cosméticos.
Tipos de mascarillas según su función
Estos son los tipos de mascarillas, según su función:
- Efecto tensor: se aplica húmeda y al secarse provoca una tensión que favorece la circulación sanguínea y la nutrición celular.
- Efecto reafirmante: se aplica húmeda y al secarse provoca una tensión que reafirma los tejidos.
- Exfoliante: permite la eliminación de células muertas y secreciones de la piel.
- Hidratante: evita la evaporación del agua superficial de la piel, creando una barrera de protección y favoreciendo la desaparición de las arrugas y reafirmando las líneas de expresión facial.
- Estimulante: estimula los vasos capilares superficiales y favorece la nutrición de los tejidos.
- Efecto aclarante: absorbe el exceso de melanina, eliminando manchas y pecas.
- Renovadora: elimina las células muertas de la capa superficial y activa y acelera la renovación celular.
