¿Cuántas veces se habla de cerrar ciclos? ¿Cómo reconocer cuando es momento de decir “hasta aquí, es tiempo de cambiar”?
La inconformidad causada por el momento que estamos atravesando, el cúmulo de presiones, los lapsos de estrés e incluso la rutina nos orillan a considerar un cambio inmediato.
Seguro has escuchado del Feng Shui. Su objetivo es hacer fluir la energía para renovarla y dar paso a lo siguiente. Éste se lleva a cabo a la par de periodos de cambio: nueva estación del año, nueva semana, cambio de trabajo, y así aprovechar todas las energías que se están renovando por sí solas para hacer lo correspondiente en la vida.
Encontrar al hacer limpieza cosas que no recordamos tener viola el principio del Feng Shui: acumular lo innecesario.
Hay objetos que alguna vez compramos con la ilusión de usar y de los cuales sacamos todo el provecho en su momento; pero como todo es una constante renovación estos objetos pierden sentido de ser.
Cada objeto tiene una misión y al ser cumplida, no tiene nada más que hacer en nuestra vida, es momento de decirle “adiós”.
Basura son desechos como latas, papeles o bolsas sucias que a diario arrojamos al bote y también todas aquellas cosas que pierden su utilidad y se tienen por tener.
Si crees en el poder de la naturaleza es momento de que la dejas actuar: iluminación natural, plantas en el interior, aire en toda la casa, abrir la casa y dejar que todo lo que debe salir, salga y viceversa. Toma las oportunidades de renovar y haz que suceda. Intenta un par de semanas y comprueba cómo comienza a surgir la verdadera felicidad.
Eliminar algo de nuestra vida para dejar entrar algo nuevo es un reto que se debe tomar con seriedad y astucia. El refrán de las abuelitas respecto a dejar ir lo viejo para que nuevas oportunidades nos abran las puertas es cierto.
Marco médico
Diógenes de Sinope (413 a. C.), desterrado de su pueblo, se transformó en uno de los pilares de la corriente filosófica de “los cínicos”. Vivía en un barril, con aspecto de vagabundo y estilo burlón. No tenía nada, no defendía nada, era libre hasta de sus ideas.
En 1975 Clark y Manikar bautizaron al Síndrome de Acumulación Compulsiva (SAC) como síndrome de Diógenes, haciendo referencia a la imagen de mendigo o en contraposición a lo que representó: libertad y desapego. Las personas que padecen el síndrome de Diógenes acumulan patológicamente cientos de cosas, recuerdos y basura.
El trastorno de acumulación compulsiva es una dificultad persistente para desechar o separarse de las pertenencias, se tiene la percepción de que hay que guardarlas. La persona se angustia ante la idea de desprenderse de los objetos y se produce una acumulación excesiva de objetos, independientemente de su valor real.
En algunos casos, la acumulación compulsiva puede no repercutir en gran medida, mientras que en otros afecta el funcionamiento cotidiano.
Las casas pueden quedar llenas, con angostos pasillos que serpentean a través de pilas de objetos. Las superficies suelen estar atestadas de cosas. Y cuando no hay más espacio en el interior, el desorden puede extenderse al garaje, vehículos, patio y otros lugares de almacenamiento.
Estos son algunos signos y síntomas:
- Adquirir de forma excesiva objetos que no son necesarios y para los cuales no hay espacio
- Dificultad persistente para desechar cosas, independientemente del valor
- Angustia al deshacerse de objetos
- Habitaciones inutilizables por el desorden
- Tendencia a la indecisión, el perfeccionismo, la evasión, la postergación y problemas de planificación y organización
- Acumulación de alimentos o basura a niveles inusualmente excesivos e insalubres
- Conflictos con las personas que intentan reducir o eliminar el desorden
- Dificultad para organizar objetos y perder objetos importantes en el desorden
- Creencia de que los objetos son únicos o que serán necesarios en el futuro
- Objetos con significado emocional; como recuerdo de tiempos más felices o que representan a personas o mascotas
- Sensación de seguridad al estar rodeados por cosas
- No querer desperdiciar nada
El trastorno de acumulación compulsiva es diferente a la colección. Las personas con colecciones, deliberadamente buscan objetos específicos, los clasifican y exponen cuidadosamente. Aunque las colecciones pueden ser grandes, no están desordenadas ni causan la aflicción o discapacidades.
El primer paso para resolver cualquier problema es la aceptación. Hay que elegir cosas que no se han usado y seguramente no se usarán. Así que un par de pantalones comprados con el primer sueldo ya no sirven… y no servirán.
